Sandalias de corta vida... o un perrito de peluche

Con la llegada de los primeros calores del verano, Marcela Saavedra se dirigió a comprar un par de sandalias a la zapatería Hush Puppies, donde ya había comprado varias veces. De su escaso presupuesto de estudiante había ahorrado la suma necesaria y, después de recorrer varias tiendas, eligió esta última porque le parecía que su calzado era de mejor calidad. "El precio estaba en el rango de lo que yo podía pagar", declara Marcela. Además la fama de la zapatería le aseguraba la duración de las sandalias escogidas.

Pero la realidad dictó una verdad distinta. Un día de marzo, después de dos meses de haberlas comprado, al bajar de la micro, un brusco frenazo hizo que su pie se deslizara, rompiendo una traba de las sandalias. "Anduve toda esa mañana a pie pelado", confiesa.

Las llevó a la zapatería solicitando que se las cambiaran, pero después de 20 días que demoró Control de Calidad en resolver, sólo le ofrecieron un par de zapatos de la temporada, por el que tenía que pagar una diferencia de precio: nada menos que 20 mil pesos. Ella quería unas sandalias nuevas o el dinero que había pagado.

"Acudí al Sernac porque ellos no me daban ninguna solución. Me decían que no tenían las sandalias, que las habían deshecho; me insistían en que me comprara un par de zapatos. Al llamar nuevamente, me dijeron que viera la posibilidad de comprarme un cinturón o un perrito de peluche", cosas que ella no necesitaba.

No sabía "si me iban a aceptar la queja o si se iba a resolver el problema".

Después de su mediación, el Sernac logró que la tienda ofreciera a Marcela tres alternativas, de las cuales ella eligió la devolución del dinero porque, definitivamente, no podían reponerle el producto que ella había optado comprar, y tampoco le servía calzarse un perrito de peluche.