Al ejercicio de los derechos: CONSUMO CULTURAL
El consumo cultural es un campo que ya ha producido frutos en el ámbito de la investigación social. Pero aún hay mucho por hacer desde el punto de vista de los derechos.
09 de enero de 2004
El consumo cultural es un campo que ya ha producido frutos en el ámbito de la investigación social. Pero aún hay mucho por hacer desde el punto de vista de los derechos.
En fecha reciente, en esta misma página web fue publicado un estudio denominado Evaluación Cualitativa del Servicio Ofrecido por Salas de Cine (diciembre 2003).
El objetivo de esta indagación fue evaluar integralmente la oferta existente, desde el punto de vista del consumidor final, comparando las características del servicio ofrecido y los costos (de ingreso y consumos) en los distintos tipos de salas de cine (de cadenas e independientes).
Más allá de sus resultados, que los invitamos a conocer, este estudio abre un campo de análisis que es muy pertinente en el actual contexto de desarrollo de las industria cultural en Chile. El consumo cultural es un campo que ya ha producido frutos en el ámbito de la investigación social. Pero aún hay mucho por hacer desde el punto de vista de los derechos.
El concepto de consumo tiene todavía, y no obstante el desarrollo alcanzado por la economía de mercado, una carga de significados equívocos que a menudo atentan contra el adecuado ejercicio de los derechos de consumidores y consumidoras.
Uno de estos significados es la reducción que hacemos -a veces de manera inconsciente- al considerar que lo que consumimos son productos, bienes tangibles, objetos de uso personal o familiar. El estudio de cine nos ayuda a recordar que también consumimos servicios, motivados por satisfacer nuestras necesidades de esparcimiento, formación, y desarrollo, pagando por aquello que elegimos de acuerdo a lo que este mercado ofrece.
El campo de la oferta cultural, y por lo tanto de su correspondiente consumo, es vasto y dinámico. Lentamente hemos ido familiarizándonos con las 'marcas' de productoras de espectáculos nacionales y extranjeros difundidos profusamente a través de diferentes soportes publicitarios. El hecho que estos espectáculos nos dejen o no satisfechos por su contenido y calidad artística, tiene aspectos de orden subjetivo que son parte del riesgo que entraña la libertad de elección (difícilmente la autoridad podría hacer algo si Ud. encuentra que su cantante favorito ya no armoniza como antes). Sin embargo, la calidad de los servicios culturales depende también de múltiples condiciones objetivas que los consumidores tienen derecho a exigir, de acuerdo a la naturaleza del evento por el cual se paga.
Por tratarse de un campo emergente y/o en expansión, los y las consumidoras, los proveedores y en cierta medida también las instancias reguladoras, tenemos un aprendizaje que hacer para construir, institucionalizar y ampliar el conocimiento sobre estos aspectos objetivos que deben ser exigibles en el marco de las normativas vigentes.
El SERNAC ha acumulado experiencia al respecto, haciéndose parte en demandas de consumidores cuyos derechos han sido transgredidos por las empresas proveedoras de espectáculos, principalmente en lo que respecta al incumplimiento de lo prometido a través de la publicidad ( ya sea porque la función ha sido sobrevendida, o por cambios muy significativos en el programa, entre otros).
Sin embargo, son los y las consumidoras quienes más pueden aportar a este aprendizaje colectivo. Desde el momento en que se adquiere un ticket para un espectáculo, conviene consultar sobre qué es exactamente lo que se ofrece. La duración mínima del evento, el número de artistas que estarán escena, la visibilidad de escenario que otorga la ubicación que hemos adquirido (si las localidades son numeradas), o la cantidad de lugares disponibles en un recinto no numerado y en todos los caso la disposición de las localidades. Las condiciones de seguridad también es un asunto que debe preocuparnos. Del mismo modo, es conveniente comunicarles a las empresas productoras las dificultades que hemos enfrentado como público, para que en lo sucesivo se optimicen las evaluaciones de los recintos utilizados.
Lo que queremos decir, en definitiva, es que todos podemos contribuir a crear una cultura de la calidad, como público sensible y receptivo, tanto como ciudadanos conscientes y activos en la defensa de nuestros derechos. Enero es un buen mes para ejercitar esta actitud.
Links Relacionados:http://www.sernac.cl/version2/sernac/estudios/servicios.asp?cod=806&CodArea=14