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Juego y juguetes:EL VALOR EDUCATIVO

Los juguetes cobran mayor importancia en la época navideña, por lo que es necesario tener presente los factores educativos que implican y su influencia en el desarrollo de los más pequeños.

03 de diciembre de 2002

Los juguetes cobran mayor importancia en la época navideña, por lo que es necesario tener presente los factores educativos que implican y su influencia en el desarrollo de los más pequeños.

La llegada de la temporada navideña suele ser una complicación para los padres. Es el inicio de la esforzada búsqueda del regalo ideal: ese regalo que eduque y entretenga al mismo tiempo y que haga coincidir las expectativas infantiles con el presupuesto familiar. Basta con escuchar los deseos de los niños y aplicar el sentido común para encontrar el mejor regalo.

Antes de comprar, conviene sopesar varios elementos. Una compra compulsiva puede generar frustraciones tan grandes como los gastos, ya que puede que el niño se olvide del juguete aún antes de que sus padres hayan pagado la primera cuota de la deuda.

Los juegos son clave para el desarrollo de los niños y niñas. Los juguetes, además de entretenerlos, pueden estimularlos y ayudarlos a desenvolverse. Contribuyen a su formación física e intelectual, en áreas como la motricidad, percepción, lenguaje, conocimiento, memoria y creatividad.

A través de los juguetes que eligen y cómo los usan, los niños reflejan su personalidad y manifiestan sus temores, deseos y la forma de ver la realidad que les rodea y en la fantasía sus deseos de modificarla.

La educación del juego es fundamental para la socialización, la solución de conflictos de carácter y el establecimiento de relaciones: los niños aprenden en el juego a conocerse, a conocer sus límites físicos, sus niveles de tolerancia a los otros, sus rutinas de participación, sus capacidades y sus habilidades particulares. La proyección social de la afectividad se da a través del juego, en el compartir juguetes, esperar su turno, aprender a ganar y a perder, respetar reglas e ir superando progresivamente su egocentrismo.

Lo importante es el juego, no el juguete en sí. Si un niño no tiene juguetes, usará cualquier elemento que tenga a mano para inventar un juego.

Es importante observar al niño y ver cómo juega para detectar la carencia que se desee estimular o fortalecer. Por ejemplo, un niño criado en departamento, probablemente necesitará un rodado; un niño más agresivo tal vez requiera una mascota para desarrollar su lado afectivo. También se puede estimular la actividad intelectual con juegos grupales de salón o el sentido de integración y colaboración con elementos deportivos.

Cada edad implica una etapa de desarrollo específica que tiene sus propios requerimientos de estimulación. Si un juego es demasiado avanzado para la edad del niño, éste se frustrará. Por el contrario, si el juego corresponde a un nivel que ya superó, probablemente se aburra. Hay que tener presente la manualidad, el tamaño y la fuerza de los niños para elegir un juguete.

El desarrollo de la motricidad gruesa, la coordinación progresiva de los movimientos, el dominio del cuerpo y la conquista del equilibrio, se favorece con pelotas, juguetes remolcables y empujables, y todos los deportivos, como patines, bicicletas, etc.

La motricidad fina o habilidad manual y la precisión del gesto, se perfecciona con juegos como el emboque, los apilables, de destreza, rompecabezas, juguetes para armar y el dibujo.

La inteligencia práctica se desarrolla con juegos de encaje, de montaje de series, juegos de construcción, cubos y rompecabezas.

El pensamiento lógico se ejercerá en los juegos de estrategia y reflexión, de cifras y letras, rompecabezas, juegos electrónicos, científicos, juegos para armar o de computadoras.

El desarrollo de la afectividad implica una disociación progresiva entre el niño y su madre y la elaboración de lazos afectivos con su entorno, el aprendizaje de los límites reales a los deseos del niño, el descubrimiento de las diferencias de sexo y su identificación con modelos familiares. Las emociones, conflictos y angustias se descargan, controlan y canalizan a través del juego. Los objetos que favorecen el desarrollo afectivo son principalmente mascotas, muñecos y peluches.

Los impulsos agresivos son normales en las personas y deben ser expulsados de alguna manera, por eso, si bien las pistolas y juguetes bélicos no son recomendables, de una u otra manera ayudan a canalizar estos impulsos agresivos. Un menor será más o menos violento de acuerdo al ambiente en que crezca y no por la cantidad de pistolas de agua que haya disparado. Es fundamental una adecuada supervisión por parte de los adultos.

Para la resolución de problemas y para enfrentarse a situaciones complejas, los video juegos desarrollan estas habilidades; también desarrollan la fantasía, la curiosidad, creatividad y coordinación viso motora. Su problema principal es que son demasiado atractivos y los niños suelen dedicar demasiadas horas a este juego, quitándoles tiempo para otras actividades, como son los juegos más físicos o juegos colectivos, contribuyendo al aislamiento del niño. Al igual que con las conductas agresivas, es fundamental una adecuada supervisión por parte de los adultos.

Para los juegos de patio, parques, plazas y jardines, se recomienda lo siguiente: oPara niños de 2 a 5 años, los juegos deben ser de pequeñas dimensiones, de movimientos cortos y que permitan actividades como caminar, sostenerse, deslizarse y trepar con y sin ayuda del adulto. Columpios pequeños, resbalines, cubos de distintos tamaños, escaleras de baja altura, etc. oPara edades de 6 a 12 años, deben ser juegos que les permitan a los niños desarrollar su fuerza física, movilidad de brazos y piernas y toda la gama de actividad psicomotriz; columpios grandes, balancines, estructuras para trepar con pozo de arena, barras paralelas, trampolines para saltos, etc.

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