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Universidades :¿UN SERVICIO DE TRADICIÓN O TRANSACCIÓN?

¿Sabemos quién es quién, en la Educación Superior? Según una ilustración de Lukas, en la dédaca de los 80, al paso que iban las universidades,se podrían buscar pronto en las páginas amarillas.
Parece que tenía razón.

15 de abril de 2004

¿Sabemos quién es quién, en la Educación Superior? Según una ilustración de Lukas, en la dédaca de los 80, al paso que iban las universidades,se podrían buscar pronto en las páginas amarillas. Parece que tenía razón.

En la década de los 80, coincidiendo con la aparición de las universidades privadas, se leyó en alguna ilustración de Lukas que al paso que iban las universidades, se podrían buscar pronto en las páginas amarillas.

Lo que en su minuto puso sonar a simple ironía, hoy alcanza verdaderos ribetes de predicción.

Hasta 1980 el sistema universitario estaba compuesto en nuestro país por ocho universidades creadas y/o reconocidas por el Estado.

La masificación de las universidades estuvo marcada por dos modalidades: creación de nuevas instituciones públicas (ex sedes regionales de las universidades tradicionales) y creación de instituciones privadas, conjunto que hoy suma un total de 61 universidades.

Con el paso de los años, las estrategias de marketing no han dejado ajenos a los Centros de Educación Superior. La publicidad emitida por estas instituciones, tanto en televisión como en medios de prensa, se incrementa a principios de cada año cuando ocurren los procesos de postulación a las universidades chilenas.

Si bien, la mayoría de estos anuncios coincide en entregar información institucional que refiere estrictamente a las facultades y carreras, existe otro segmento que destaca resultados en las pruebas rendidas (mejores puntajes), la incorporación de nuevas sedes e implementación de avanzada infraestructura, aluden al régimen de funcionamiento (tradicional o autónomo) y a convenios internacionales que permiten cursar postgrados o pasantías.

Obviamente, todos estos antecedentes en su conjunto operan como un plus al momento de optar por una universidad.

En esta apuesta por el marketing, no se escatima en los recursos creativos utilizados para difundir la información. Es común observar la utilización de líderes de opinión, actores, políticos y personajes conocidos por la opinión pública, en carácter de académicos, promoviendo las cualidades y ventajas de alguna de estas entidades.

Lo delicado del asunto, es que en este afán creativo también se difundan informaciones que hacen mención a datos probablemente engañosos o que requieren de algún nivel de comprobabilidad.

En esta nebulosa caben las especializaciones avaladas por alguna universidad extranjera desconocida, el ofrecimiento de financiamientos ya existentes en el mercado y que son promovidos como propios, y los títulos y programas curriculares de algunas carreras.

Una posible salida para disminuir las brechas de información para los consumidores y consumidoras de este tipo de servicios, sería la construcción de estándares de información publicitaria y de la regulación de los mismos.

Según el informe INDICES (estadísticas del Consejo Superior de Educación y el Consejo de Rectores), para las postulaciones 2004 se ofrecieron un total de 2.485 programas de estudios de pregrado, detectándose una variación del 52% en las carreras del área de Leyes y un 49% en el ámbito de las Ciencias Sociales.

Resulta interesante saber que los programas que menos variaciones sufrieron en su oferta fueron los de Ciencia (4%), precisamente en un contexto donde Chile se abre a nuevos mercados internacionales.

En cuanto a las vacantes, el proceso 2004 ofreció un total de 96.207, de las cuales se ocuparon 94.726 plazas en el proceso de matrículas. El 49% de los estudiantes matriculados se concentró en las universidades privadas.

En el imaginario, aún permanece la idea del prestigio ganado por la tradición académica, la investigación e incluso por las ventajas comparativas que esto acarrea en el ejercicio de los profesionales egresados. Pero también es un hecho que esta construcción ideal forma parte de la historia de la universidad y que hoy constituye una imagen cada vez menos visible.

Las esperanzas están fundadas en el proyecto de ley de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior.

Se estima que este sistema permitirá acreditar y diferenciar los programas de estudios y las universidades que cumplen con el óptimo de lo que ofrecen como servicio de calidad, de aquellas que sólo se conforman con publicitarlo.

Y aunque la incorporación a este sistema es voluntaria, se prevé que será un medio que permitirá a los consumidores y consumidoras decidir informadamente.

De hecho, uno de los puntos que contempla esta ley será la difusión, lo que motiva a rendir un examen público y equilibrar quién es quién en educación superior en Chile.

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